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#GenteGourmet: ¿Cuál es el origen de las tapas?

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La gente #Gourmet nunca pierde una oportunidad de ir de tapas. Un fin de semana sin su buen tapeo, ya sea en sesión vermú o en versión merienda/cena, es para nosotros como un domingo sin pareja o una excursión sin filete empanado, una suerte de todo incompleto. Dentro de un par de horas estaremos, como no podía ser de otra forma un sábado, compartiendo pinchos y cañas con los amigos pero, antes de salir, vamos a contaros el origen de esta tradición tan nuestra de servir algo de comer para acompañar las cañas, los vinos o los vermús

Como todos sabemos, la tapa es básicamente un aperitivo que se sirve en algunos bares, de forma gratuita, acompañando a la bebida. De hecho, aprovechando esta tribuna que se nos ofrece, queremos aprovechar para decir una cosita: a los bares que no sirven tapa gratis no debería ir nadie. Sólo se debería entrar en ellos por error, jurándonos al salir no volver a poner nunca un pie dentro de tan poco recomendable establecimiento.

Pero vamos a lo que vamos, al orígen de la expresión. Tras investigar sobre el asunto, es decir, después de poner "origen de las tapas" en Google y consultar las primeras tres o cuatro pàginas, hay algo que hemos sacado en claro: como la mayoría de cosas en este país, el origen es tan antiguo como incierto.

La mayor parte de las historias al respecto aseguran que el origen de esta costumbre se remonta a los tiempos del rey Alfonso X "El Sabio", que reinó allá por el siglo XIII. Se dice que, debido a una enfermedad que padeció, se vio obligado a tomar algunos sorbos de vino por prescripción facultativa, y para evitar los efectos del alcohol, tomaba pequeños bocados entre horas acompañando a la bebida. Tras restablecerse dispuso que en los mesones castellanos no se sirviese vino sino iba acompañado de algo de comida. De esta forma, decía, se evitaba que el vino se subiese a la cabeza.



Aunque en la fecha y el orígen de la costumbre no existe un acuerdo total, sí lo hay en cuanto al orígen del nombre. Las tapas, que inicialmente consistían en una loncha de jamón, chorizo o algún otro embutido, se depositaban sobre la boca de la jarra o vaso servido, por lo que "tapaba" al recipiente. Además de para acompañar la bebida, está claro que la "tapa" también servía como primigénea medida higiénica, fundamentalmente para que ni el polvo ni los mosquitos acabasen en los vasos.                                                                                                               

 Otra leyenda cuenta que, durante el reinado de los Reyes Católicos y, debido al aumento de los incidentes causados por los carreteros a la salida de las tabernas a causa de la gran cantidad de cerveza y vino ingeridos, se obligó a los taberneros a servir la copa de vino o la jarra de cerveza con una tapa. Esta consistía en un plato con algo de comida fría, ya fuera jamón, queso, o lo que tuviera a mano el tabernero. Los clientes debían primero acabar con la comida para poder quitar la tapa y así beberse el vino o la cerveza. Con esta medida se pretendía acabar con los incidentes de los carreteros, procurando que éstos salieran de las tabernas lo menos ebrios posibles.

ANÉCDOTA "REAL"

Parece que el orígen de la palabra está más o menos claro "tapar la consumición", no así tanto el momento histótico en el que surgió y, mucho menos, la popularización del fenómeno del "tapeo" tal y como lo conocemos ahora. Para esto último hay una explicación muy curiosa, también con intervención "real". Hay quienes aseguran que la costumbre parte de una anécdota protagonizada por Alfonso XIII en su visita a Cádiz. Antes de regresar a palacio, el monarca se detuvo en el Ventorrillo del Chato, venta que aún existe en la playa que lleva su nombre, entre Cádiz y San Fernando.

Alfonso XIII pidió una copa de vino de Jerez. Estando sentado en la terraza se levantó de repente una levantera (viento de levante muy típico en la zona) y el mesonero, intentando evitar que entrara algún polvo o arena de la playa en el vaso real, se precipitó a cubrirlo con una loncha de jamón.

Cuando el rey fue a dar un sorbo, preguntó con sorpresa: "¿Qué es esto?". El hombre le contestó: "Perdone mi atrevimiento Majestad, le he puesto una tapa para que no entre arena en la copa". Alfonso XIII se comió la loncha de jamón y requirió que se le sirviera otro Jerez, pero "con otra tapa igual". Todos los presentes, como ocurriría hoy en día también, rieron el ingenio real y emularon al rey pidiendo lo mismo.

¡Qué disfrutéis del tapeo!

Fuentes:
 A Tapear


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